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LA PIEDRA DE LA ESTACION

La piedra de la Estación Sabia cuantos Beleneros y Laguneros no vinieron a misa el domingo pasado. Frente a ella como una patrulla multicolor pasaban las familias que bajaban. Las mujeres se quitaban el brillo de la cara con polvos, sonrisas y los  proseguir apaciguaban la sed con un guarapo bien templado en la bodega las tardes recibía la visita de viejos y muchachos y recordaba sonreída aquellos cuentos picarescos de Daniel Delgado, las hazañas que con pasión y entusiasmo narraba Luis Eladio Álvarez, los relatos serenos de Juan Mora, la risa cristalina de Benigna Porras Porras y el cuchicheo de los jóvenes contándose sus incursiones amorosas o sus diabluras cotidianas.

La piedra de la Estación sabia a que hora llegaba el vaquero para empezar el ordeño porque a sus espaldas reventaba un concierto de mugidos. Y recordaba que hace mucho tiempo pasaron frente a ella el Cura Beneficiado y Vicario de San Cristóbal, el Aguacil Mayor de la visita, los Curas Doctrineros de Táriba y Capacho, encomenderos y vecinos distinguidos de la villa de san Cristóbal, quienes venían presididos por el oidor de la Corte en la Real Audiencia del Nuevo Mundo, el licenciado Don Fernando Saavedra y se detuvieron mucho antes de Las Lagunillas. “en el sitio que llaman los Guásimos, junto al hato que llaman de Alonso Álvarez, antes de la quebrada el Salado”.

Para fundar el puente de Guásimos, por aquellos lados donde Vivian Antonia de Agüero quien fue la mujer del difunto Alonso Álvarez y que tenía un hato de yeguas, Juan Romero y Baltazar de Agüero que tenía estancias y Alonso Labrador que poseía un hato. Allí reunieron a todos los indios de Tamuco, Cacunabeca, Táriba, Tote, Sirgara, Cania, Peribeca y Tucape; Azua, Tonono, Tana, Quenemari, Casabata, Barbillas, y Rio Debajo de la Villa y mucho tiempo después, como aquellos indicios se habían dispersado, mandaron al Capitán Luis Sosa Lovera para que efectuara el repoblamiento.

Y vivió junto a los Guasimeros su historia, su tranquila historia y compartió su paz, su ingenuidad y su alegría, hasta que un día un nefasto día para dar paso a la Calle 6, la piedra se indigesto de dinamita.

La piedra quedaba en donde hoy dia esta el club la Mantellina

 

INFORMACION RECIBIDA POR : BP DEL MUNICIPIO GUÁSIMOS

ILUSTRACION DE : BENIGNO PORRAS. 

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